A mediados de mayo, la temporada de orcas llegó a su fin y los últimos visitantes ya se han retirado de Península Valdés. Comienza entonces uno de los momentos más hermosos de nuestro pueblo, cuando se pueden disfrutar enormes extensiones de playas solitarias, donde el silencio es solo interrumpido por el sonido del mar y de las aves marinas.
Es el escenario ideal para la introspección y la meditación, lejos del ritmo vertiginoso de la ciudad, poder respirar aire puro y disfrutar cielos nocturnos límpidos salpicados de constelaciones.